Llega un momento en la evolución económica de un país en que sus avances económicos lo colocan en el medio de la escala de ingresos per cápita de los países. Ya no es un país poco desarrollado (de ingresos bajos) ni tampoco un país desarrollado e industrializado (de ingresos altos). Sucede, entonces, que los sueldos que se pagan en el país de ingresos medios hacen que este deje cada vez más de ser competitivo en las actividades económicas que venía desarrollando, ya que los países de menores ingresos pueden producir esos mismos bienes a costos más bajos. Al mismo tiempo, el país de ingresos medios aún no ha llegado a los niveles de los ingresos altos en lo que concierne a la diversificación productiva, acervo de capital, avance tecnológico, infraestructura, institucionalidad y, sobre todo, la enorme mejoría del capital humano en todas sus dimensiones (educación y salud, principalmente).
La trampa del ingreso medio consiste, entonces, en quedarse atrapado durante decenas de años en el mismo sitio. Para salir de ella, por tanto, hay que conocer y comprender la agenda que permite el ansiado salto a la categoría de ingresos altos. Hace poco, en el Tercer Pleno del Partido Comunista, el Presidente Xi Jinping dijo que
“China no caerá en la trampa del ingreso medio”, para lo cual se llevarán a cabo una serie de reformas en los próximos 10 años que hagan realidad el “sueño chino” de renacimiento y rejuvenecimiento de la nación. China se está acercando rápidamente a los US$ 12,000 de ingreso anual per cápita, que es el límite inferior de los ingresos altos. En América Latina son nueve los países con ingresos medios. Entre ellos Perú, con un ingreso per cápita de US$ 6,000 anuales.
Los estudios sobre la “trampa” resaltan que uno de los grandes problemas consiste en el conformismo y autocomplacencia de los gobernantes, pues piensan que “seguir haciendo más de lo mismo” es condición necesaria y suficiente para seguir avanzando. Por ejemplo: si hemos llegado hasta aquí exportando principalmente materias primas (minerales, petróleo), hay que seguir en lo mismo. El estudio de Felipe, Abdon y Kumar (1) no solo se ocupa de la cantidad de tiempo que les tomó a los de ingresos medios escapar de la trampa y llegar a los ingresos altos, sino también el rol jugado por la cambiante estructura de la economía (de actividades de baja productividad hacia aquellas de alta productividad), del tipo de productos exportados (todos los productos no tienen las mismas consecuencias para el crecimiento y el desarrollo) y la diversificación de la economía. De allí se desprende que el petróleo y los minerales, los productos forestales, la ganadería y los productos agrícolas tienen una “proximidad para el avance” mucho menor a la de los productos metal mecánicos, químicos y la maquinaria y equipo. En otras palabras, la manufactura industrial es la clave para salir de la “trampa”. Y aquí el tema preocupante es que la mayoría de los países de la región se han especializado en los primeros, con lo cual no solo se van a ver envueltos en la trampa, sino que se vuelven vulnerables a la volatilidad de los precios de las materias primas (será por eso que el Ministro Castilla le prende velitas al crecimiento chino). Y si estos bajan, entonces habrá menores ingresos fiscales y de divisas. Y desaceleración del crecimiento económico. Es por eso necesario un cambio estructural de la economía lo que, a su vez, implica un avance hacia la reducción de las desigualdades y mayor inclusión social pues habrá más y mejores empleos. Dice la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) en su último informe presentado en Lima que el Valor Agregado Manufacturero (VAM) ha aumentado en los últimos años y que en China se produce ya el 50% de todas las mercancías producidas en los países en vías de industrialización. Lo preocupante es que el aporte al VAM de los países en vías de industrialización de América Latina bajó del 35 al 17% de 1992 al 2012. Agrega ONUDI que al comparar a las economías del sudeste asiático con las nuestras, aquí “atravesamos un proceso de desindustrialización durante el periodo, lo que restringe las ganancias en el bienestar social”. Por tanto, lo importante no es solo crecer, crecer y crecer, para lo cual habría que dejar la economía para siempre en “piloto automático”. Para evitar la trampa del ingreso medio y avanzar hacia la industrialización y la inclusión social (como ahora propone el plan del Presidente Humala, que analizaremos en un próximo artículo) hay que apostar por “la cambiante estructura y diversificación de la economía”. Nada más, pero tampoco nada menos.
(1) Tracking the Middle-income Trap: What Is It, Who Is in It, and Why? Jesus Felipe, Arnelyn Abdon y Utsav Kumar, Abril 2012.
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