viernes, 9 de marzo de 2012

¿Qué ocurrirá con los reactores de potencia luego del accidente de la Central Fukusima Daiichi?


Todavía es prematuro sacar conclusiones definitivas al respecto, en primer lugar porque aún no se ha controlado el funcionamiento de los reactores afectados por el sismo y posterior tsunami, y no es posible evaluar el impacto ambiental final de las fugas radioactivas. Al menos, hasta el presente, no se registra ninguna persona muerta por el accidente.
Sin embargo ya se han producido algunos acontecimientos que conducirán seguramente a un replanteo del uso de reactores nucleares para producir energía.
Este accidente está precedido por dos anteriores: Three Mile Island (EUA) en 1979 y el más grave de Chernobyl (URSS-Ucrania) en 1986. A diferencia de estos casos, el de Fukushima se inició como resultado de factores externos a la central: el sismo y el tsunami. En los otros dos casos los accidentes fueron producto de fallas técnicas y humanas en el interior de las plantas nucleares.
Como consecuencia de estos dos accidentes a nivel mundial se generaron, en varias naciones, movimientos de resistencia a la instalación de nuevas centrales nucleares. El caso más paradigmático fue el de Alemania que decidió cerrar las plantas existentes luego de concluida su vida útil. No obstante varios países como Rusia, Corea y Francia continuaron con la instalación de nuevas plantas.
Pasados más de 20 años del accidente de Chernobyl, la percepción negativa sobre el riesgo de las centrales nucleares se fue diluyendo, entre otros factores porque las experiencias vividas obligaron a la introducción de mayores medidas de seguridad y control en las centrales existentes y nuevas. Adicionalmente el calentamiento global, producto de los Gases Efecto Invernadero (GEI), puso en la mesa de discusión de los organismos internacionales la necesidad de disminuir el uso de hidrocarburos para producir energía y la conveniencia de su sustitución por fuentes renovables, entre las que se consideraron las centrales nucleares por no emitir este tipo de gases.
El accidente de Fikushima impactará en estas discusiones sobre el medio ambiente porque, entre otras cuestiones, se plantearán dilemas como éste: la instalación de nuevas centrales nucleares incrementará el riesgo de desastres naturales, pero por otro lado el uso de más hidrocarburos para sustituir la generación energética de dichas plantas contribuirá a la emisión de GEI.
Por otra parte, en el ámbito de esta misma problemática, el objetivo europeo de disminuir las emisiones de GEI en un 20% en el año 2020, respecto al año 1990, será más difícil de cumplir.
En Europa el accidente de Fukushima ya provocó reacciones que se han traducido en acciones concretas. La Comisión Europea ha decido establecer recomendaciones llamadas “pruebas de resistencia” y un calendario para su aplicación a todas las centrales nucleares de los países que la integran. Dado que la seguridad nuclear es competencia nacional, las consecuencias de la no superación de esas pruebas no está predeterminada (cerrar las plantas o modificarlas). En la Unión Europea hay 143 reactores situados en 14 países miembros. Los países con mayor cantidad son Francia (58), Reino Unido (19) y Alemania (17).
La Argentina luego de varios años de suspensión de la construcción de nuevos reactores de potencia retomó este sendero con la conclusión de Atucha II, que entrará en operación comercial a principios del año que viene. Asimismo está gestionando la extensión de vida de la Central de Embalse, que finaliza en el año 2014, por otros 25 años.
Este nuevo impulso a la construcción de reactores se prolongaría en el tiempo con la instalación de una cuarta central, en un lugar a determinar, y otras en años posteriores. Esto permitiría al país profundizar su dominio sobre esta tecnología, incluido el ciclo del combustible, y contribuiría a la diversificación de su matriz energética que está muy concentrada en el consumo de hidrocarburos. Sin embargo cabe recordar que el destino final de los residuos radioactivos sigue siendo un problema no resuelto en el mundo.
Aunque todavía es imposible saber cuáles serán las consecuencias para nuestro país del accidente de Fukushima, al menos la actividad nuclear deberá dar un examen sobre la seguridad de las instalaciones existentes y futuras, dotando de mayor transparencia e institucionalidad a las discusiones sobre los diferentes factores en juego, cambiando una tradición mantenida desde hace muchas décadas.

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