viernes, 2 de diciembre de 2016

Generación distribuida o descentralizada de la electricidad: un paso hacia la desmonopolización del mercado de distribuición de electricidad

La distribución de la electricidad, como la de transporte de energía, históricamente se considera un monopolio natural. Es decir que su producción por una empresa es más económica que si la realizan dos o más entidades. Sin embargo, los adelantos tecnológicos (y la reducción de sus precios) de los últimos años están facilitando el cambio de esa estructura productiva. Generalmente, los países generan la mayoría de su electricidad en grandes instalaciones -que requieren de un sistema de operación centralizado- tales como plantas de combustible fósil (carbón, gas natural), nucleares o hidroeléctricas. Estos equipamientos son excelentes a escala de rendimientos económicos, pero normalmente exigen líneas de transmisión de la electricidad a grandes distancias y por ello el rendimiento energético (pérdidas de energía) y medioambiental es bajo (grandes torres y líneas múltiples y extensas), y el costo de operarlas y mantenerlas es alto. Las centrales eléctricas se ubican en lugares determinados en función de ciertos factores económicos, de seguridad, logísticos o medioambientales, entre otros, que provocan que la mayoría de las veces la energía se genere muy lejos de donde se consume. Por ejemplo, las centrales térmicas se construyen lejos de las ciudades por motivos de contaminación atmosférica e incluso lo más cerca posible de las zonas de obtención de los combustibles fósiles. Otro ejemplo son las centrales hidroeléctricas que han de colocarse en los curso de agua, normalmente en lugares alejados de los centros de consumo como el Comahue, Yacyretá y Salto Grande, para mencionar algunos. La particularidad de la geografía argentina y su conformación urbana implica el transporte de electricidad a muy grandes distancias. La generación distribuida permite otro enfoque. Reduce la cantidad de energía que se pierde en la red de transporte de energía eléctrica ya que la electricidad se genera muy cerca de donde se consume, a veces incluso en el mismo edificio. Esto hace que también se reduzcan el tamaño y el número de las líneas eléctricas que deben construirse y mantenerse en óptimas condiciones. Las fuentes de energía tienen bajo mantenimiento, baja contaminación y alta eficiencia. En el pasado, estas características requerían de ingenieros de operación y complejas plantas para reducir la contaminación. Sin embargo, los modernos sistemas descentralizados pueden proporcionar estas características con operaciones automatizadas y energía renovable no contaminante, tales como la solar, eólica y la geotérmica. Esto reduce el tamaño de las plantas mejorándose la rentabilidad económica. El sistema, en su esquema más básico, está integrado por un consumidor/productor que tiene una fuente de generación de energía renovable con la cual se autoabastece y, cuando su demanda disminuye, vende a la red la energía sobrante; o a la inversa, cuando el autoabastecimiento es menor a su demanda, el consumidor/productor cubre su necesidad adicional tomando (comprando) energía a la red. Esto es posible porque las curvas de demanda son variables según el tipo de consumo. Para que el sistema funcione se requiere un medidor que registre, a nivel del consumidor/productor, los ingresos y egresos de energía y un sistema de regulación tarifaria. Este sistema ya se aplica en varios países. Incluso en algunas de nuestras provincias ya está legislado. Actualmente este adelanto se está discutiendo a nivel nacional. Su aplicación permitirá a los consumidores mayor libertad de elección que operando en un mercado monopólico. Seguramente su generalización llevará un largo proceso, pero el camino está abierto.

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